¿Propiocepción? Tanto si no tienes ni idea de lo que es, como si has oído hablar de ella hoy voy a explicaros que es la propiocepción, y que papel cumple en nuestro cuerpo. Comenzando por lo más simple, si analizamos la palabra detenidamente encontramos dos vocablos.
Propio que significa propio o de uno mismo y capción que significa concepto o conciencia.
Conciencia propia o de uno mismo.

Explicado así resulta más fácil de entender ¿verdad? Lo más interesante de todo es que la propiocepción se clasifica como un sentido. ¿Un sentido? ¿pero no teníamos únicamente cinco? Todos conocemos nuestros 5 sentidos, los cuales nos permiten interactuar con el exterior, denominados exteroceptivos.
Sin embargo, la propiocepción es un sentido interoceptivo, el cual se genera gracias a las señales de los sentidos exteroceptivos.

¿Entonces qué es exactamente la propiocepción?
Nuestro cerebro recibe la información a través de receptores que están distribuidos por todo el cuerpo, por ejemplo:
Nuestros husos neuromusculares, que se encuentran en el vientre muscular y se estimulan cuando el músculo se estira de manera repentina. Estos husos son responsables del reflejo miotático, muy importante, ya que es un reflejo de protección ante un estiramiento brusco como por ejemplo al sufrir un tirón en una articulación, la musculatura de alrededor se contraerá para evitar mayores daños.
Los organos tendinosos de Golgi que se encuentran en la unión músculo-tendón y en el tendón y se estimulan al alargar de manera pasiva las fibras musculares o al contraer voluntariamente el músculo. Estos órganos son responsables de la reacción de alargamiento de protección y se activan cuando aparece una tensión excesiva sobre el tendón que pueda provocar una lesión o ruptura. El trabajo de este órgano de Golgi se resume a mandar una señal de relajación al músculo.
Los propioceptores capsulares y ligamentosos que se encuentran en la cápsula y ligamentos e informan a la corteza cerebral de la posición y el movimiento de la articulación.
O los propioceptores vestibulares que se encuentran en el oído interno informando de la posición de la cabeza y del movimiento de la misma.
Al recibir esta enorme información de diferentes orígenes el cerebro actúa en consecuencia, y sabe en qué lugar se encuentra cada parte del cuerpo en relación al resto, lo que le permite modular tu postura y fuerza muscular dependiendo de la situación, por ejemplo, siendo el responsable de reequilibrarte cuando sufres una caída o un empujón, siendo el responsable de evitar lesiones modulando la estabilización refleja de cada articulación o la relajación muscular ante un estiramiento agresivo, y siendo el responsable de adaptar la respuesta articular cuando caminas o corres por diferentes terrenos, entre otros ejemplos.
La propiocepción por tanto es la capacidad de auto modular la tensión muscular y ligamentosa para adaptarse a cada momento o situación.

Y llegamos a lo más importante de todo, ¿porque es tan necesario el trabajo de la propiocepción en fisioterapia?
Tras la lesión de una articulación, los mecanismos propioceptivos quedan dañados y desorganizados, por lo que perdemos la estabilización refleja de la articulación y esto contribuye a que la misma lesión pueda reproducirse con mayor facilidad de nuevo.
¿Quién no ha oído hablar del esguince de tobillo mal curado? En este caso, cuando nos hacemos un esguince de tobillo, los ligamentos, cápsula articular y tendones quedan distendidos. Esta lesión hará que la señal sensorial llegue alterada a nuestro cerebro y este reaccione de una manera errónea enviando una respuesta muscular y articular inadecuada. De manera que será más fácil volver a tener un esguince de nuevo en el futuro.
Con el trabajo propioceptivo podemos rehabilitar estas estructuras con el objetivo de favorecer las respuestas automáticas y reflejas, y así prevenir las temidas recaídas.
Toda rehabilitación debe contener una fase de ejercicios propioceptivos, que se incluyen habitualmente en periodos avanzados de la recuperación.
La propiocepción se trabaja a través de ejercicios de equilibrio, coordinación y cambios de superficies. Estos ejercicios deben comenzar por lo más básico complicándolos a medida que avanza la rehabilitación introduciendo diferentes elementos desestabilizadores. Como superficies inestables, pases de balón, y ojos cerrados entre otros.
Básicamente para trabajar la propiocepción, debemos provocar estímulos externos favoreciendo las reacciones musculares y articulares reflejas.
Un ejemplo podría ser provocar desequilibrios empujando a una persona que se encuentre sobre una superficie inestable o a la pata coja. O sobre una superficie inestable cerrando los ojos, o a la pata coja lanzando y recuperando un balón contra la pared mientras no pierdes el equilibrio.