Era joven, alto y muy deportista. Por aquel entonces mi forma física y el baloncesto eran lo más importante para mi. Si tuviera que marcar un principio dentro de todo el proceso que he vivido, sería en torno a los 16 años, cuando jugaba en categoría Junior en un conocido equipo de baloncesto de Madrid.
Por aquel entonces trabajaba muy duro, hacia entrenamientos muy técnicos y sesiones de pesas muy exigentes. Sin el reposo adecuado era cuestión de tiempo que mi espalda me diera un aviso. Y así fue. Durante el ese año tuve varios episodios de dolor lumbar bastante intensos, que me mantuvieron en el banquillo algunas semanas. No le di demasiada importancia, simplemente me puse una faja y aplique calor. Aún no era fisioterapeuta, y youtube no existía, así que seguí los sabios consejos de mi madre. A partir de ese momento empece a tener dolor lumbar al menos dos o tres veces al año, episodios fuertes de los que te dejan bloqueado durante varios días sin poder hacer nada. No le di demasiada importancia y continué con mi vida de adolescente.
Años después, y al no conseguir desarrollar una carrera deportiva en el baloncesto decidí estudiar fisioterapia. Era un amante de la anatomía humana, y al gustarme todo el ámbito deportivo no vi otra opción mas acorde con mis intereses. La carrera fue bastante decepcionante, durante los más de tres años que duró no aprendí muchas cosas. En ese periodo sufrí de nuevo episodios de dolor lumbar, sin embargo, menos agudos y dolorosos. Al tener más información sobre la anatomía y el funcionamiento de la columna lumbar supe aplicar ciertos ejercicios que me ayudaron a aliviar el dolor con mayor facilidad. Sin embargo, he de decir que mis estudios universitarios no me aportaron demasiado respecto al tratamiento del dolor lumbar.
Al terminar la universidad, comencé a ir al gimnasio, retomando toda la experiencia que tenía en mi época de deportista amateur. Encontré en los hierros una pasión y me dediqué a ella en cuerpo y mente durante unos cuantos meses. Invertía en ella bastante tiempo durante el día ya que me encontraba en ese limbo que existe entre el momento de terminar la carrera universitaria y encontrar primer trabajo. Un día cualquiera en medio de mi rutina en el gimnasio, noté que al hacer sentadillas algo no iba bien. Un dolor repentino en la parte de la baja de la espalda apareció acompañado de una sensación de calambre en la pierna izquierda. Dejé el ejercicio de inmediato e intenté sentarme, pero me costaba caminar y apoyar el peso de mi cuerpo sobre la pierna izquierda, lo que hizo sonar las alarmas. Pudo haber sido una mala técnica, una carga excesiva, una debilidad de mis músculos abdominales profundos, o que mi zona lumbar se encontraba fragilizada desde mi época como deportista a los 16 años. Sea lo que fuere ese día entré por la puerta grande del club de la hernia discal.
La incapacidad de caminar persistió durante varias semanas, tenia un dolor ciático muy importante detrás de la nalga, apenas aguantaba de pie o sentado más de 15 minutos, y lo que era peor, el reflejo del tendón de aquiles se encontraba abolido, lo que significa que había una raíz nerviosa lumbar en grave compromiso.
En ese instante (a pesar de ser ya fisioterapeuta) no pensé en realizar ejercicio para mejorar mis síntomas, tampoco tenía mucha idea de como encarar el problema a parte de la pobre teoría que había aprendido durante la carrera, además el hecho de no tener experiencia con pacientes similares tampoco ayudó. Me hicieron una resonancia magnética que reveló una gran hernia discal lumbar a nivel L5-S1. El veredicto fue rápido, era necesario operar con urgencia. Pasé la cirugía sin problemas, y estuve realizando una rehabilitación básica sin problemas durante los meses siguientes, al ser una hernia fiscal de origen traumático, el pronóstico es mucho mejor que si se trata de algo degenerativo. Si en aquel entonces hubiera tenido todo el conocimiento que tengo ahora, seguramente no hubiera pasado por quirófano y hubiera obtenido mejores resultados a largo plazo. No estoy diciendo que no esté contento con mi resultado actual, pero no tuve toda la información necesaria para tomar una decisión con criterio, ni tuve un programa especializado para ayudarme con los síntomas durante las primeras semanas.
Así que, en cierta manera, este programa busca dar respuesta a la falta de información de calidad en torno a la hernia discal, proporcionando herramientas y datos sólidos que os ayudarán a tomar decisiones más fácilmente.
En lo que respecta a mi espalda, a día de hoy no tengo ciática, ni episodios de dolor agudo, ni bloqueos de espalda. En alguna ocasión me duele un poco la zona lumbar cuando realizo mucho esfuerzo, pero es algo que desaparece al cabo de dos o tres días. Realizo mis ejercicios entre 2 y 3 veces por semana, los mismos que encontrareis en la última semana del programa, y noto mi espalda muy sólida, capaz de levantar peso sin problemas. En estos momentos no hay ninguna actividad que me cause “miedo” hacer, incluso he podido ayudar en varias mudanzas a lo largo de los últimos años sin ninguna molestia.
Está es mi historia, si yo he salido adelante tu también puedes lograrlo. Espero que este relato pueda servirte de inspiración, y que te animes a contar tu propio relato.
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Toda la experiencia y el resultado que has conseguido me dan mucho más ánimos de seguir adelante con el programa. Gracias!