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Hola a todas/os. Al parecer se me da un poco mal la constancia y no he vuelto a actualizar mis progresos en el diario, por lo que el contraste entre la primera entrada y está va a ser muy notable.

Hace cinco meses ingresé en esta plataforma sintiéndome completamente perdida y desesperada. Como muchas de las que llegamos hasta aquí, desconocía por completo qué podía hacer y cómo sería mi vida después del diagnóstico de hernia discal. En mi caso, tal y como relaté aquel día, mi hernia (en L4-L5 con  estenosis) “salió”, o al menos empezó a generar problemas, después de una caída escalando en el rocódromo. De la noche a la mañana pasé de estar entrenando cuatro días a la semana con cargas altas, a no poder siquiera atarme los cordones de las zapatillas por el dolor ciático que me irradiaba al glúteo. Al principio mis síntomas no “parecían” deberse a una hernia discal, y eso retrasó mi diagnóstico.

Durante los tres meses que pasaron desde la caída hasta que me dieron el resultado de la RM viví una especie de pesadilla de dolor constante, nunca antes había experimentado algo así y pasé mucho miedo. Como ya conté en aquella primera entrada, el día que me dieron el diagnóstico terminé de hundirme por completo, en parte porque saber que tenía una hernia discal y sin disponer de información previa me asustó mucho, y en parte también porque la traumatóloga del seguro privado del trabajo que me vio me dijo que tenía una “pedazo de hernia discal” y que buscara un cirujano urgentemente. Pensé que nunca volvería a escalar, ni a hacer deporte, y que mi vida normal se había acabado.

En aquel momento me obsesioné buscando información y así fue como llegué hasta aquí. Gracias a mi fisio decidí esperar a ver al traumátolgo de la sanidad pública y, mientras tanto, empecé a hacer los ejercicios. Entré en contacto también con un fisioterapeuta especializado que pudiera guiar mi rehabilitación, así como con otras deportistas que han seguido disfrutando de su deporte con hernias discales y sin pasar por quirófano. Finamente vi al traumátologo de la pública y tuve la suerte de, esta vez sí, dar con un buen profesional que eligió valorar mis síntomas antes de ver la resonancia, y que me recomendó ejercicio, mantenerme fuerte, no hacer “demasiado el cabra” y, en definitiva, cuidarme.

Así, a los dos meses del diagnóstico, con los ejercicios de este espacio, la ayuda de mi fisio y los testimonios de otras personas, volví a escalar. Y ahora mismo he vuelto prácticamente al volumen de entrenamiento pre lesión, y a practicar boulder, un tipo de escalada en el que no se usa cuerda y en vez de eso caes sobre una colchoneta, eso sí, arriesgado muchísimo menos, reduciendo las caídas al mínimo, desescalando la pared en vez de saltando, y contando siempre que es posible con la asistencia de un compañero para reducir el impacto.

Cada cuerpo es un mundo y cada situación vital es diferente, sabiendo eso, y con esa precaución, cuento qué he hecho yo, por si alguien en una situación similar le puede servir o, al menos animar:

Lo que hice básicamente fue comprometerme al 100% con la rehabilitación. Supe que no había otra, reconozco que no tenía mucha esperanza al principio y, de hecho, el primer día que vi a mi fisio y me dijo que “íbamos a trabajar para reducir el dolor”, pensé que no sería posible. Aún así me puse a hacer todos y cada uno de los ejercicios nada más levantarme y al acostarme, salí a pasear, al principio cortas distancias, siempre con cuidado de no tener dolor, y a los ejercicios que se comentan aquí añadí algunos de mi fisio, en ese sentido, recomiendo encontrar a un profesional que pueda guiar el proceso in situ y valorar semana a semana el proceso. A poder ser, uno que no solo haga terapia manual sino que tenga conocimientos de readaptación de lesiones, rehabilitación, etc. También mejoré mis posturas, tuve cuidado de no estar sentada de malas formas o en asientos que me hicieran daño y, en general, pasar poco tiempo sentada.

En mi caso, el fisio me vio semana a semana durante el primer mes, me mandaba nuevos ejercicios para fortalecer core (abdomen, suelo pélvico, glúteos), también algunos ejercicios para movilizar el nervio como los que se comparten en este espacio, al tiempo que me “descargaba” el glúteo, que ha sido mi punto principal de dolor, tanto de forma manual como con punción seca. En mi caso, también dejé de intentar estirar el glúteo, que me generaba dolores terribles, y en vez de eso lo masajeé con la pelota siguiendo la pauta de este espacio y también la de mi fisio y, poco a poco, la sensación de dolor se ha reducido y ahora, sí, puede estirarse más sin causar dolor. También incorporé unos ejercicios de rotaciones articulares básicas en el día a día. Enseguida pude volver a entrenar con cargas, al principio con mucho miedo, y después ganando confianza poco a poco.

A día de hoy la sensación sobre mi cuerpo no es la misma que antes de la lesión, pero puedo hacer vida casi completamente normal, sin dolor, y practicar mi deporte. Sigo sintiendo a veces molestias en el glúteo, pero no son constantes, sino esporádicas, y las siento sobre todo cuando descuido un poco la rutina de ejercicios (cuando empiezas a encontrarte mejor se corre el riesgo de pensar que ya está y descuidarlo, y ahí es cuando hay que esforzarse más), o cuando me paso con la actividad física. También existen algunas prácticas, por ejemplo, algunas posturas de yoga, que no he vuelto a realizar porque en determinadas posturas no puedo “estirar” tanto la pierna como lo hacía antes. También siento molestias en el glúteo al trotar pero, en mi caso, como no soy aficionada el running de momento no es problema… jeje. La espalda la siento prácticamente bien, sin grandes molestias, aunque durante los primeros meses sentía cierta rigidez y a veces noto que se me “carga” con más facilidad la lumbar si, por ejemplo, camino bastante rato. De todos los ejercicios, los que tengo como un must diario, y los hago sí o sí este dónde esté, ya sea por la mañana o por la noche, son los básicos, los de movilización del nervio, las básculas pélvicas, y la activación de la musculatura profunda del abdomen.

En definitiva, quisiera mandar un mensaje de esperanza y, sobre todo, recalcar la importancia del compromiso con la rehabilitación. Vivimos en un mundo que llama a la salud pero no siempre da espacios para cuidarla, yo me he sabido suertuda y privilegiada porque esta lesión me ha ocurrido en un momento en el que he dispuesto de tiempo y también de los recursos suficientes para poder dedicarme a recuperarme, sé que ese no es el caso de todas las personas y cada cual tendrá que valorar su situación personal y ver cómo puede encajar la recuperación en sus rutinas para darle la prioridad que merece. Como decía, cada cuerpo es diferente, este es mi cuerpo y mi proceso, y no es extrapolable a ningún otro, pero lo dejo por escrito por si puede servir de motivación a alguien, también por si hay algún o alguna deportista en la sala, montañera o escaladora que le pase lo mismo y se encuentre tan perdida como estuve yo.

Se puede, no es el fin del mundo, aunque a ratos lo parezca.

Un abrazo y mucho ánimo y fuerza a todas y todos.

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